lunes, 15 de enero de 2018

Achel 8° Blond, insignia de una abadía renacida de sus cenizas


Si bien actualmente hay 11 cerveceras de 5 países diferentes distinguidas con el sello "Authentic Trappist Product" de la Asociación Internacional Trapense, la mayoría nos hemos "criado" en este mundillo oyendo hablar de sólo 7 cerveceras trapenses, casi todas belgas (siendo la única excepción la holandesa Bierbrouwerij De Koningshoeven, más conocida por su marca "La Trappe"). Una de esas 7 cerveceras trapenses originales es la Brouwerij der Sint-Benedictusabdij de Achelse Kluis, un nombre que quizá no os suene mucho, aunque es probable que la cosa cambie si aclaramos que se trata de la artífice de las cervezas Achel. La historia de la abadía Sint-Benedictusabdij de Achelse Kluis, ubicada en la localidad belga de Achel (muy próxima a la frontera con los Países Bajos), se remonta al año 1648, aunque la producción de cerveza en la misma no comenzó hasta 1852. Lamentablemente, no sólo la producción de cerveza, sino toda la actividad de la abadía cesó en 1914, año en que los monjes se vieron obligados a abandonarla debido a la ocupación alemana durante la Primera Guerra Mundial. Los alemanes desmantelaron la cervecera poco después, en 1917, para apropiarse del cobre con el que estaban construidos los tanques para la elaboración de cerveza. Tras la Segunda Guerra Mundial, entre 1946 y 1952, se construyó una nueva abadía, aunque la cervecera no fue reconstruida hasta 1998. La cerveza que vamos a probar hoy, Achel 8° Blond, empezó a producirse poco después, en el año 2001, y hoy en día es la referencia más conocida de Achel. 

Esta cerveza trapense es de un intenso color dorado y casi transparente pues está filtrada, aunque no pasteurizada, de modo que mantiene algo de levadura viva en su interior. Su espuma de color blanco hueso es abundante y persistente. En nariz nos ofrece un agradable aroma especiado con notas frutales y toques de bizcocho y tofe. Ya en boca encontramos que tiene un cuerpo sedoso, entre ligero y medio, y que su 8 % de alcohol está perfectamente integrado. Su sabor está protagonizado por un dulzor suave, acompañado de un ligero amargor. En el paladar predominan el bizcocho y las notas frutales.

Desde luego una cerveza realmente rica, pero también peligrosa. Su textura sedosa y su sabor suave te enganchan y cada trago pide uno más, pero no olvidéis que no es precisamente una cerveza de sesión. Por ese motivo, lo mejor es que no la toméis sola, un acompañamiento ideal será una tabla de quesos, especialmente con quesos fuertes y grasos.

Estilo: Belgian Golden Strong Ale
ABV: 8,0 %
Amargor: 20 IBU

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